El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, aseguró que su país seguirá comprando hidrocarburos de Rusia pese a las sanciones de Estados Unidos a estos suministros, y prometió que en lo posible compartirá con Serbia sus reservas de crudo y gas mientras el país afronta una crisis energética por las sanciones impuestas a su empresa .
En una comparecencia ante la prensa en Subotica, en el norte de Serbia, junto al presidente de este país, Aleksandar Vucic, Orbán avanzó que el viernes tendrá unas negociaciones para asegurarse de que Hungría contará con suficiente abastecimiento de petróleo y gas en los próximos meses, aunque no especificó con quién ni dónde negociará este asunto.
Los medios húngaros han afirmado que Orbán tiene previsto viajar mañana a Moscú, pero hasta ahora la visita no ha sido confirmada oficialmente.
El ultranacionalista Orbán recordó que su país depende de las importaciones, principalmente de Rusia, para satisfacer sus necesidades energéticas y recordó que recientemente, "los estadounidenses impusieron sanciones" a las principales petroleras rusas ( y ).
"Yo tenía y tengo dos cosas que hacer con ello: la primera era conseguir que Hungría quedara fuera del ámbito de aplicación de las sanciones estadounidenses, y eso ya lo he conseguido", explicó en alusión a la exención a las sanciones concedidas por Washington a Budapest para que pueda seguir importando hidrocarburos de Rusia.
"La segunda es garantizar que haya combustible, es decir, que no solo haya papeles y permisos, sino también petróleo y gas en los próximos días. Mañana voy a mantener negociaciones para lograr esto, espero que sea con éxito, y entonces habrá combustible y también habrá exención de las sanciones, o sea, Hungría seguirá recibiendo petróleo y gas rusos", prosiguió el jefe del Gobierno magiar.
"Y si nosotros lo tenemos, ustedes también lo tendrán. Así que a la pregunta de cómo podemos ayudarles, mi respuesta sencilla es que compartiremos con ustedes lo que tenemos", añadió, dirigiéndose a Vucic y a los periodistas serbios presentes.
Antes de las recientes sanciones estadounidenses a Lukoil y Rosneft, Washington ya había penalizado, a principios de este año, a NIS, la única empresa petrolera de Serbia, de propiedad mayoritaria rusa, para evitar que los ingresos generados con hidrocarburos financien la agresión de Moscú contra Ucrania.
Tras varios aplazamientos solicitados por Belgrado, la medida entró en vigor el pasado 9 de octubre, pero Vucic ha vuelto a pedir una nueva licencia para que NIS pueda operar hasta que se logre la venta de las acciones de los copropietarios rusos.
Las rusas y Gazprom poseen respectivamente el 44,9 % y el 11,3 % de las acciones de NIS, mientras que el Estado serbio ostenta el 29,9 % y el resto pertenece a pequeños accionistas y empleados.
NIS posee más de 400 estaciones de servicio en Serbia, Bosnia-Herzegovina, Rumanía y Bulgaria, y en Pancevo, cerca del Belgrado, gestiona la única refinería del país, cuyo capacidad anual de 4,8 millones de toneladas cubre el 80 % de las necesidades de combustible.
Según medios serbios y declaraciones del presidente, la refinería prácticamente ya no está operativa, y NIS ya ha comenzado a utilizar sus reservas operativas de diésel y gasolina, lo que debería asegurar el suministro hasta finales de diciembre.
Vucic ha alertado de que si NIS no obtiene hasta este viernes la licencia para continuar operando, Serbia sufrirá una escasez de combustibles que afectará al sistema de salud, al suministro de alimentos, a la producción de electricidad y calefacción, así como a la seguridad y el transporte en general.